La figura
Cuando las puertas se abrieron y la goma chirrió, el viento golpeó mi rostro como si jugara a la mancha. Bajé el escalón rápidamente sobre la esquina de Bermúdez y Jonte. Emponchada, como de costumbre, comencé la búsqueda. Pensé que lo encontraría fácilmente pero no fue así. Un vistazo rápido a los alrededores pero nada, ni un mínimo rastro. Paré dos segundos que bastaron para diagramar en mi mente el camino más probable de entre todos los existentes. Listo, tenía la certeza de que por allí sería, así que arranqué a caminar por Jonte hacia el oeste. Mirada al celu. Los mensajes enviados habían salido pero no llegado. Era el momento de concentrarse, de callar los pensamientos que hablan mucho para dedicarme solo a observar. Iba dando pasos llenos de tranquilidad, uno tras otro. Aún no lo había visto pero tenía paz porque sabía que vendría. Una calle más. Apreciar el rosa anaranjado del cielo. Otra calle más. Esquivar al niño en bicicleta. Otra calle más. Ahí lo vi. Se acercaba...