Panic!

Me subí al tobogán de acontecimientos entrelazados.
Luego el asombro de llegar, sin saberlo, a ese lugar donde las casualidades se cruzan.
Finalmente detecté el regalo que vino de lo eterno para alegrar una vida sentada a mi lado.

Un corazón despertó tarareando una letra que después fue escuchada en el celular para terminar en un breve concierto en vivo mientras se vuela por debajo de la tierra porteña.

Esta vez el hilo de señales no fue para mí. Esta vez tuve que aprender a mirar en tercera persona la alegría ajena y entendí algunas cosas:

Primero que el gozo se contagia.
No pude evitar sonreír y sentirme feliz con esa alegría que no era mía. Fuerte como una luz que se prende fue. Escuché el concierto subterráneo como si estuviesen los de Coldplay enfrente mío.

Segundo que el poder de esos momentos está en no esperarlos.
Ni tan siquiera planeándolo se hubiese dado de tan buena manera. Me aferraré a esta metáfora para hacerla realidad en mi vida.

Y tercero, que todas las cosas que vienen desde lo eterno enseñan mucho.
Ahí aprendes confianza, esperanza y ligereza de planificaciones.

Por eso "panic" es "paz".

Me bajé de la tierra, salí a la pesada superficie y llegué hasta acá.

La primera persona en experiencias sigue haciéndose esperar.
Así la esperaré. Con café en mano y "Panic at the disco" de fondo.





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