Mensajes desde lejos.

Era una mañana nublada y blanca, como todas las de esta semana. Desperté cinco minutos antes de la llamada, pero logré peinarme y conectarme a tiempo. Marce nos leyó unas frases. Supe enseguida cuál de todas ellas iban para mí, así que la anoté y la guardé para desmenuzarla acá, en vivo, con vos y con todos.

Howard Hendricks dijo: “Una creencia es algo de lo cual argumentarás, una convicción es algo por lo cual morirás.”

Todo lo que aprendí, lo que me dejaste por escrito, ¿es para mí una creencia sobre la que puedo argumentar o una convicción por la que puedo morir? 

La respuesta vino a mi mente antes de terminar de leer la pregunta. Me encuentro presa de la argumentación sobre lo que digo que creo. Doy vueltas sobre las ideas, llamando revelación a la comprensión lógica de algo nuevo que se esconde entre el texto. Pareciera que mi razón de ser fuera la hermenéutica sin la exégesis y me conformo con mirar a la teorización a la cara todos los días. Alzo la mano al cielo con el fin de agarrar lo invisible, pero hace frío y el aire se me escapa entre las manos. 

Afuera la noche es negra para hacerle justicia a la mañana. Ni una estrella. La luna también está tras bambalinas. Es el colmo de Abram. Pienso nuevamente en la frase de Hendricks y cuando decido romper el cerrojo para salir de mi celda espiritual, descubro que ya estaba roto. Siempre tuve frente a mí una puerta abierta por la cual pasar. Atravieso el umbral con mis pies, pero mi corazón sigue acurrucado en los brazos de la teoría, esperando a que algún iluminado le dé el próximo biberón de revelación. Entiendo que aunque me mueva,  la situación tiene que cambiar y me veo forzada a exigirlo. En voz alta digo algo que espero que se anote. Así es como nos mandamos mensajes desde lejos.

"Dejen libre en mí la vivencia, el tomo práctico de lo que elijo creer por convicción. Romántica en el siglo equivocado, decido aferrarme a la idea de vivir y morir por los ideales. ¡Denme la práctica de lo que leo! Vos que sos uno y tres desde antaño, quiero convicción. Aprendamos juntos. Enséñame."

Oigo un piano que toca melodías de descanso. Miro afuera y descubro que el negro de la noche ha disminuido. Ahora, por lo menos, puedo ver las luces de la ciudad. 

Gracias. No hay desperdicio en madrugar a buscarte.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pedagogías

Panic!

Muebles