Hay otro río
Hay una voz que me dice que pelee por lo que soy. Es difícil callarla, porque no me deja tranquila. Se asemeja a un vértigo en la boca del estómago y me incita a escribir libros, diseñar proyectos, enseñar en cátedras sociales de universidades y comunicar vida desde lo particular al mundo.
Existe, por otro lado, una corriente turbulenta que fluye y sentencia los tiempos de las naciones. Todos nos movemos tratando de dominar sus aguas. En su centro convergen las empresas, la proyección financiera, los cuidados básicos y materiales y, por sobre todo, el tiempo.
Muchos consiguen navegar por aquí hasta llevar lo que tienen a buen término. Algunos van en lancha o en velero; dicen que hay unos pocos cruceros, pero lo que más abundan son las pateras. Los que llegan al final del recorrido pasan sus materiales a quienes les siguen. Éstos últimos toman las piezas adquiridas por sus predecesores y hacen arreglos a sus barquitos. Hay quienes llegan a reparar motores, mientras que otros consiguen a sumar otro remo o tapan algún hueco en la madera.
Yo navego. Como vos. Como todos.
Voy en la corriente y todo pinta viento en popa, nunca mejor dicho.
Pero cuando sopla el viento, aparece de nuevo esa voz que me pide despojarme de los remos. Me implora que abandone las afluentes del río sistémico que es el mundo.
Dale. - insiste - No necesitas correr, no necesitas pasar al resto. Nunca conseguirás saciarte si lo haces. El agua donde te mueves tiene más vida que esta. Recuerda que tu río es otro.
Esa voz eventualmente se va, entonces respiro tranquila.
Pero luego vuelve y me deja sin aliento.
El conflicto llegó cuando comprendí que jamás se iría por completo, porque recordé que al viento siempre le gustó moverse sobre las aguas.
Estoy en problemas. En algún momento tendré que soltar el timón.

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