Yo tenía diecisiete
Encontré un texto antiguo que quiero compartir. Me movilizó la fuerza que sentí al leerlo. Es como si cada una de las palabras respirara potencia, pero entiendo que es así como se sienten los textos que fueron creados en medios del caos.
Durante el año más movido de mi vida quise gritar y no me animé. Ya ni recuerdo hacia quién escribía. Todo quedó guardado como un grito encajonado. Leámoslo juntos y escuchémoslo rugir:
Quiero compartir todo lo que pienso.
Las premoniciones y las palabras.
Las noticias olvidadas.
El querer cambiar la mentira más grande del mundo.
Compartir lo poemas de colectivo,
los colores de las nubes
y los ángulos perfectos para ser capturados por una cámara.
Las preguntas existenciales y las respuestas esenciales.
La sensación de eternidad en una mano levantada.
La vulnerabilidad dentro de una ola de mar,
la sabiduría del cielo y saber mirar.
Para que seas la simpleza de mi enredadera,
con ese color azul sereno que te caracteriza
y que me hace acordar a la brisa de media tarde
o al olor del té.
Quiero compartirte todo
para que seas la diferencia abrumadora
y la semejanza abisal que desgarra mi ser desde dentro
para, por fin, abrirse.

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