Volver a Onetti

Puedo decir que llegamos vivas a esto, partes de mi ser. Conseguimos atravesar los doce meses transitados junto con el resto del mundo. Festejemos.

Somos parte de una coreografía cósmica que nos halla danzantes, en elipses, siguiendo un ritmo constante. ¡Es increíble todo lo que cabe en una sola vuelta al sol! Pero aún más increíble es haber reconocido una marca de repetición peculiar en esa danza, como si fuese una firma que asienta el cierre de un ciclo personal que trasciende al planetario.

Ahora que se terminan las hojas de mi agenda, caigo en la cuenta de que estoy terminando el año, este paseo galáctico, como lo empezamos. Un artista que admiro mucho escribió un libro llamado Todo queda igual pero igual cambia; y me parece el mejor ejemplo para expresar lo que pasó.

Desde afuera, nada más allá de lo común. Solamente una chica cualquiera que sale del subte B en la estación Uruguay y se apresura para cruzar la calle Corrientes antes de que el semáforo llegue a cero. Hace calor, como era de esperarse y ella camina deprisa por el centro porteño en hora pico. Le falta una cuadra para llegar al lugar indicado.

Mientras camina, presta atención a un edificio con elementos azules en su fachada. Parecen ladrillos, pero están hechos de metal. La última vez que pasó por allí, el edificio aún estaba en construcción y tuvo que desviar su andar unos metros hacia un camino improvisado por los albañiles.

Qué loco, ¿no? – se pregunta internamente y sonríe. 

Llega al edificio conocido, se anuncia en recepción y sube hasta el tercer piso, donde una secretaria le permite ingresar a la oficina. 

– Hola. Necesito que rellenes este formulario con tus datos y en seguida te llamamos para empezar con la traducción.

Estaba de nuevo ahí. En el mismo lugar donde conoció a Onetti.

Terminó las grabaciones de los textos en español, le pagaron lo correspondiente y salió a las estrechas calles adoquinadas del centro de Buenos Aires. Por delante le esperaba un día bastante movido, con combinaciones de autobuses, turnos médicos esperados y reuniones de trabajo a las cuales asistir. 
Exactamente igual que aquella vez.

Todos los ingredientes de su día la hacían viajar en el tiempo hasta el pasado mes de marzo cuando aprendió que un día común, y no importara cuán lleno de tareas se encontrase ese día, tenía todo el potencial de convertirse en algo extraordinario. 

Así que vivió su día disfrutando de cada viaje. Por la tarde arribó a su departamento con los pies cansados y el alma bien despierta.

Todo queda igual pero igual cambia pensaba. – Es como un Quiasmo, el final se repite con el principio pero solo en apariencia, porque el nudo de la historia y su trayecto ya han transformado a los protagonistas.

Hora de hacer balance – se dice mientras se saca las sandalias.

Y pienso...

...Pienso en todas las experiencias que viví en el año. Pienso en lo que crecí, a veces por animarme a dar saltos necesarios y otras porque la vida me empujó a la fuerza. Pienso en todas aquellas cosas a las que me atreví y que ahora agradezco. Y me siento feliz por el constante sentimiento de "cómo tardé tanto".

En este final de ciclo no hubo un Onetti con quien charlar, pero creo que ya no lo necesitaba más. Él vino a principio de año para recordarme de dónde vengo, pero ahora creo que ya sé, aunque sea un poquito, hacia donde voy.

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